“Las palabras son singularmente la fuerza más poderosa de que dispone la humanidad. Podemos elegir entre utilizar esta fuerza de forma constructiva con palabras de aliento, o destructiva con palabras de desesperación. Las palabras tienen energía y poder con la capacidad de ayudar, curar, obstaculizar, herir, dañar, humillar y humillar”.
Yehuda Berg
Teniendo en cuenta la “poderosa fuerza” de las palabras que pronunciamos, debemos disciplinarnos para hablar de una manera que transmita respeto, delicadeza y humildad. Uno de los signos más claros de una vida moral es el habla correcta. Perfeccionar nuestra forma de hablar es una de las claves de las personas maduras.
Antes de hablar tómate unos momentos para contemplar lo que vas a decir y cómo lo vas a decir; mientras consideras el impacto que tendrán en el/los oyente/s. Sé amable con todos y di palabras que sean faros de inspiración, entusiasmo y ánimo para todos. Las palabras amables y dulces son siempre música para los oídos de los oyentes.
Muchas personas se ven obligadas a dar voz a cualquier sentimiento, pensamiento o impresión pasajera que tengan. Vierten al azar el contenido de su mente sin tener en cuenta la importancia de lo que dicen. Cuando hablamos de asuntos triviales, como los chismes sobre los demás, nuestra atención se desperdicia en trivialidades.
Cuando hablamos, debemos hacerlo con atención plena, de manera que se solidifique la paz y la compasión en nuestro carácter. No sólo importan nuestras palabras, sino que también el tono que utilizamos tiene un gran impacto. Hay ciertas reglas que deberían guiar todas nuestras comunicaciones con los demás. Habla siempre con la verdad, evita las exageraciones, sé coherente con lo que dices, no utilices un doble rasero al dirigirte a la gente, no uses tus palabras para manipular a los demás y, lo más importante, no utilices las palabras para insultar o menospreciar a nadie.
Thich Nhat Hanh, monje budista contemporáneo y trabajador por la paz mundial y escritor, en su libro Ser la Paz afirma que “hablar con honestidad en cualquier negociación entre individuos o grupos es necesario. Decir la verdad de forma amorosa también es necesario”. Hahn recomienda sólo “hablar con amor” incluso cuando nos comunicamos sobre nuestras diferencias y desacuerdos. Debemos ser “amorosamente honestos”; debemos disciplinarnos para hablar de una manera que transmita respeto, gentileza y humildad”.
Gary Chapman, en su libro El amor como forma de vida, utiliza la vívida metáfora de que las palabras son “balas o semillas”. Si usamos nuestras palabras como balas con un sentimiento de superioridad y condena, no vamos a poder restaurar una relación de amor. Si usamos nuestras palabras como semillas con un sentimiento de apoyo y buena voluntad sincera, podemos reconstruir una relación de manera positiva y que afirme la vida.
Cuando tenemos que hablar con franqueza sobre algo difícil con otra persona, debemos centrarnos en la conversación con atención y propósito. Durante la conversación, debemos escuchar con paciencia, hablar con tacto y decir la verdad tal y como la entendemos. Debemos alinear nuestras palabras, la inflexión y el tono de la voz, la expresión de los ojos, el lenguaje corporal y las acciones con nuestra conciencia interior en un intercambio honesto.