En 1962, 20 estudiantes de teología escucharon una misa de viernes santo sobre la vida y la muerte. 10 de esos estuvieron bajo los efectos de la psilocibina, el componente activo de los hongos alucinógenos. Esta es la historia de los últimos experimentos de la era psicodélica.
“I shall die, but that is all I shall do for Death”
Moriré, pero eso es lo único que haré por la Muerte.
Edna St. Vincent Millay
La Biblia cuenta que un día viernes, Jesús murió crucificado. El precio era pagar por todos los pecados de la humanidad, de la que vino y la que vendrá. Desde la instauración del cristianismo y según el calendario gregoriano, existe un viernes al año al cual se le llama Viernes Santo en el cual se conmemora la muerte del hijo de Dios.
Durante las festividades de la Semana Santa en 1962 20 estudiantes de primer año de teología se sentaron en las bancas de la Capilla Marsh en la Universidad de Boston, Estados Unidos, a escuchar el sermón. 10 de ellos habían tomado 30 miligramos de psilocibina, el componente psicoactivo de algunos hongo alucinógenos; otros 10 ingirieron un placebo de nicotina. Todo con motivo de un experimento científico, uno de los últimos en ser conducidos bajo la tutela de una universidad antes de que se declaran las drogas ilegales y comenzara la guerra contra estas. Este fue el Experimento de Viernes Santo (Good Friday Experiment) o Experimento de la Capilla Marsh.
El encargado en conducir la investigación fue el doctor Walter Pahnke, quien se encontraba realizando un doctorado en la Universidad de Harvard. Esta fue su tesis, la cual además estuvo bajo la tutoría del psicólogo Timothy Leary, uno de los precursores de la llamada “era psicodélica”.
En “An Analysis of the relationship between Psychedelic drugs and Mystical Consciousness” (Análisis de la relación entre drogas psicodélicas y consciencia mística), Panhke tuvo por hipótesis que las drogas psicoactivas, como la psilocibina, tenían una relación histórica con la facilitación de una “experiencia psicodélica” en voluntarios con inclinaciones religiosas. Más adelante teorizó sobre que aquellas experiencias podrían resultar en cambios positivos de actitud y comportamiento en los participantes.
El por qué Pahnke eligió como localización la Capilla de Marsh fue porque creía que el ambiente elegido se asimilaba a las costumbres de algunas tribus que usaban hongos para propósitos religiosos.
Según el etnobotánico Robert Gordon Wasson, existe evidencia histórica sobre el uso de sustancias relacionadas a rituales en donde se induce a ciertos estados de consciencia. El uso de tales plantas, cuyos componentes son parecidos al LSD y la psilocibina, fueron importantes en el origen de las ideas religiosas en seres humanos primitivos.
Pahnke decidió adoptar la postura del filósofo Walter Terence Stace, quien dijo que en la experiencia mística se encuentran características universales que no se restringen a ningún religión ni cultura, aunque esta, la historia y las condiciones religiosas pueden influenciar la interpretación y la descripción de los fenómenos.
El experimento
En una entrevista al diario St. Petersburg Times en 1994, Mike Young, uno de los 10 estudiantes que tomaron psilocibina, recordó su experiencia en el Experimento de Viernes Santo como algo inolvidable porque “experimentar la muerte es algo que no se olvida”.
Él y sus otros compañeros estuvieron alrededor de siete horas bajo los efectos de la droga en donde conquistaron el miedo a la muerte y definió su carrera como ministro religioso.
Antes de comenzar el experimento, a los 20 participantes se les dio una pastilla con placebo de nicotina, la cual sería luego administrada por segunda vez al grupo de control. La técnica que usó fue la del doble ciego, pues al haberles administrado por primera vez una dosis a todos para la segunda vez ya no podían saber con certezas a quienes les había tocado la psilocibina hasta que los efectos comenzaron a sentirse.
Además, 10 investigadores fueron parte del experimento. Se repartió el trabajo en 5 grupos de 6 personas, 4 estudiantes y dos tutores. A ellos también se les aplicó el método del doble ciego para empatizar y brindar apoyo emocional a los alumnos antes y durante la liturgia. Sus dosis fueron menores, de 15 miligramos de psilocibina cada uno.
La misa fue conducida por el reverendo Howard Thurman, capellán de la Universidad de Boston, y mentor de Martin Luther King Jr. en su juventud. El servicio fue emocionalmente intenso, donde se leyó la homilía, poesía, parte de la Biblia y se tocó música, todo relacionado con los eventos de la vida y pasión de Cristo. Todo esto hizo que Mike Young y sus compañeros tuvieran un viaje en el que murieron y volvieron a nacer.
Cuando terminaron, llenaron unos cuestionarios que eran parte del experimento -y que también tuvieron que completar en preparación a la experiencia- y fueron monitoreados hasta seis meses después de la experiencia en la Capilla Marsh.
25 años después
El psicólogo Rick Doblin quiso hacer un seguimiento 25 años después del experimento para probar lo que Pahnke había dicho antes: la experiencia con enteógenos tiene cambios positivos tanto para nosotros, para otros, en la vida y a veces, hasta en la misma experiencia mística.
Pahnke murió en un accidente de buceo, por lo que muchos de los registros del experimento se perdieron. Con la ayuda de Martin Young, Doblin logró saber del paradero de los 20 alumnos. 16 fueron contactos: uno murió, otro fue imposible de rastrear y dos no quisieron hablar.
Los participantes que ingirieron psilocibina reportaron sentirse bien consigo mismos. Todos trabajaban, estaban casados y habían seguido una carrera religiosa. También describieron nuevamente su experiencia mística y recalcaron que como punto alto fue la riqueza espiritual de la situación que duró durante todos esos años, incluso si nunca más consumieron una droga psicodélica.
Además, algunos reportaron que luego en sus vidas pudieron revivir la experiencia mística, tanto en sueños, como en alabanzas o en la vida diaria.